- Lo bueno de los piercings, es que no son para toda la vida como los tatuajes. Es decir, que si te cansas de verlo, te lo quitas y ya está. Lo que es para siempre es la cicatriz que queda, a veces imperceptible y otras más visibles. También te recuerdo, que agujerearse el cuerpo duele, por lo que piénsatelo con un poco de calma.
- Una vez que te has decidido, debes ir a un centro experto en esta materia. No se te ocurra hacértelo tu mismo ni tus amigos. Se deben seguir unas pautas higiénicas y de seguridad y el personal debe estar capacitado para esta labor, porque lo que es un adorno puede convertirse en un problema.
- Todo el material que se use debe ser, en general, estéril y de un solo uso. Tiene que estar envasado y sellado hasta su utilización. Cabe recordar que la pistola perforadora sólo debe usarse en las orejas, ya que no cuenta con una esterilización adecuada. Es muy importante que se sigan estas pautas higiénicas y de seguridad, ya que existe el riesgo de contagio de hepatitis, sífilis, tétanos y sida.
- El material de los pendientes deben ser acero quirúrgico, titanio u oro de mínimo 14 quilates, para evitar al máximo alergias o que el propio cuerpo los rechace. Son caros pero merece la pena invertir en ellos. Por favor, no uséis nunca plata que propicia las infecciones.
- Las autoridades sanitarias recomiendan que no se debe hacer una perforación si sufres cualquier tipo de enfermedad o infección como un mero catarro, ya que tu cuerpo cuenta con menos defensas. Espera a curarte del todo. Además si tienes acné, dermatitis, tendencia a tener verrugas, herpes o psoriasis los piercings no son una buena idea. Tampoco debes ponértelo si tomas anticoagulantes, sufres alteraciones sanguíneas o enfermedades cardiacas congénitas.
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